La crítica situación de la biodiversidad mundial es un grito que pocos oyen. Es vital actual con estrategia, responsabilidad y compromiso para hacer valer su voz.
Por. Diego Díaz Martín, @DDiazMartin
Diversos científicos sugieren que existen alrededor de 8,7 millones de especies de animales, plantas, hongos y otros organismos vivos en el planeta. Sin embargo, hasta ahora solo se han identificado y descrito alrededor de 1,2 millones de especies, la mayoría de las cuales son insectos.
Si tales afirmaciones son ciertas, la ciencia tendría aún pendiente por descubrir y catalogar más de 80% de la biodiversidad del planeta, seguramente refugiada en los fondos de los océanos y bosques prístinos del planeta, incluyendo la multidiversidad de sus ecosistemas en los suelos y cuerpos de agua.
Pese a su incuestionable importancia, y a la capacidad de las especies de resistir y adaptarse a los cambios planetarios, las actividades humanas están acelerando su tasa de extinción, alterando sus procesos ecológicos esenciales y fenómenos evolutivos, amenazando con ello la compleja red de interacciones que ocurren en el planeta, con impactos insospechados sobre la misma naturaleza, el planeta, y por supuesto, sobre nosotros mismos.
De acuerdo con la Plataforma Intergubernamental de Ciencia y Política sobre Biodiversidad y Servicios de los Ecosistemas (IPBES, según sus siglas en inglés), la naturaleza está disminuyendo globalmente a un ritmo sin precedentes en la historia de la humanidad, y el ritmo de extinción de las especies se está acelerando, con graves impactos en las personas de todo el mundo. Basados en un análisis técnico en el que participaron 143 expertos de 50 países y basados en el análisis de más de 15 mil fuentes científicas y gubernamentales, concluyen que alrededor de 1 millón de especies de animales y plantas están amenazadas de extinción, un número sin precedentes en la historia de la humanidad.
Por su parte, la Lista Roja de la Unión Mundial para la Conservación (UICN) señalan que más de 40.000 especies están en peligro de extinción, lo cual representa el 28% del total de las especies evaluadas por expertos alrededor del mundo. Este número, sin dudas, es preocupante.
La importancia de la biodiversidad es indudable, no solo porque proporciona ecosistemas funcionales que suministran oxígeno, aire y agua limpios para todos, sino que también es base de la polinización y la producción de alimentos, así como del control de plagas, tratamiento de aguas residuales y muchos otros servicios ecosistémicos. Adicionalmente, la biodiversidad provee oportunidades para la recreación, como la observación de aves, caminatas al aire libre, campamentos y pesca. También es esencial en el turismo de muchas regiones del mundo, sustentando la economía local.
Muchas son las acciones que podemos y debemos hacer para contribuir con la conservación de la biodiversidad e impulsar el desarrollo sostenible, como por ejemplo, garantizar la preservación y manejo de las áreas naturales, recuperar los hábitats y ecosistemas degradados, promover la recuperación de especies amenazadas, profundizar la investigación para valorar la situación de la biodiversidad en vida silvestre y en cautiverio y reducir el comercio ilegal de vida silvestre, entre otras.
A lo anterior debemos agregar la mitigación del cambio climático, la adopción y puesta en marcha de acciones gubernamentales internacionales que impulsen el cumplimiento de los acuerdos internacionales y la cooperación científica y técnica para impulsar la gestión de los jardines botánicos, bancos de germoplasma, acuarios y zoológicos, con estrictos fines de preservación y conservación.
La crítica situación de la biodiversidad mundial es un grito que pocos oyen. Es vital actual con estrategia, responsabilidad y compromiso para hacer valer su voz.