Siempre hemos escuchado que la circularidad, base de la sustentabilidad, se soporta en gran medida por las famosas 3Rs: Reducir, Reutilizar y Reciclar. Sin embargo, los complejos desafíos sociales, ambientales y económicos del planeta nos llevan a replantear este esquema con una propuesta más integral e integrada de 16 erres. El propósito, considerar más aspectos y opciones dentro del modelo circular, movilizando a la sociedad para lograr resultados de mayor impacto.
Aunque no necesariamente están presentadas en un orden único o lógico, pues cada realidad demandará la aplicación de todas o de solo algunas de ellas, seguidamente se explica cada una de la “erres” con ejemplos específicos que facilitarán su comprensión.
Rechazar. Mostrarnos en contra de algunos productos o servicios que hoy en día se nos ofrecen o proponen, es una de las formas de reducir el consumo excesivo e innecesario. Muchos de los artículos y soluciones que se nos presentan en los medios de comunicación social, y que terminamos adquiriendo sin realmente necesitarlos, terminan olvidados o subutilizados. De seguro alguien por allí tiene debajo de la cama unas mancuernas para hacer ejercicio; o un calzado en oferta que solo usamos un par de veces.
Repensar. Es importante que repensemos nuestro comportamiento individual. Hacerlo con reflexión y detenimiento, nos permitirá considerar opciones más sostenibles en nuestra cotidianidad. Cada acción cuenta, en todos los ámbitos de nuestra vida, y el impacto en la sociedad se sentirá. Por ejemplo, ¿cuán consceiente estoy de mis hábitos insostenibles? ¿Soy de los que consume lo que necesita, o despilfarra agua, luz o hace compras innecesarias? ¿Reutilizo o reciclo, o simplemente desecho como la mayoría?
Reducir. Hacer menor la cantidad, el tamaño, la intensidad o la importancia de nuestros impactos ambientales negativos, es crucial en la sustentabilidad. Debemos disminuir la cantidad de residuos y desechos que generamos, así como también las emisiones atmosféricas y sonoras que producimos, los vertidos y emanaciones que provocamos, y en general los efectos indeseables de nuestras acciones. Si reducimos el problema, con toda seguridad disminuiremos también sus impactos.
Reutilizar. Darle a un material o equipo la máxima vida útil, contribuye la sustentabilidad. Es preferible optar por productos que se puedan usar muchas veces, en vez de aquellos descartables que se acumulan en los rellenos sanitarios. Las bolsas de tela para hacer la compra en el supermercado, los tarros de vidrio para guardar alimentos, o botellas de vidrio para el agua fría de la nevera, son ejemplos de la reutilización amigable con el ambiente.
Reparar. Hacer los cambios necesarios a un equipo o cosa que está estropeada, rota o en mal estado para que siga funcionando, es una forma de alinearnos con la sustentabilidad. Además de ahorrar dinero, materia prima, agua y energía, le damos utilidad a algo que aún puede aprovecharse. Reparar una silla en vez de desecharla, o ajustar o zurcir ropa que necesita algún tipo de arreglo, siempre será más beneficioso para ti y para el planeta.
Refabricar. Devolver a un producto usado su rendimiento original, garantizando que es equivalente o mejor que el producto nuevo, es sin duda un buen negocio. No debe confundirse con el reacondicionamiento, reparación, reutilización o modificación de un producto. Los productos refabricados se venden al mercado con las mismas condiciones y garantías que los productos nuevos, y son más económicos. Por ejemplo, algunos teléfonos son devueltos al fabricante, quien soluciona el error y lo vuelve a vender a un precio menor.
Redefinir. También conocido como rediseñar o restyling (en inglés), contempla cambios en un producto o servicio para hacerlo más eficiente, conservando su esencia, pero cambiando su imagen o presentación, o ajustando sus procesos. Comprende volver a definir determinada cosa, producto o servicio, estableciendo características o funcionalidades nuevas y diferentes, vital cuando nos planteamos rediseñar algo que previamente existe. Ejemplo de esto lo vemos en los nuevos pitillos, popotes o pajitas para beber, y los aros, argollas o anillas que ya no se separan de las latas al abrirlas.
Remediar. Poner un remedio o dar una solución a un daño, un problema u otra cosa, permite corregir síntomas derivados de un impacto ambiental negativo. En la industria petrolera, por ejemplo, los derrames activan planes de contingencia que incluyen un conjunto de medidas para proteger al ambiente y a todos los seres vivos, en momentos en que la contaminación puede constituir un riesgo. La remediación suele ser un paso previo de la restauración, y no recupera las condiciones originales, pero ayuda a mitigar los impactos negativos.
Rehabilitar. En ingeniería, habilitar se aplica a crear o favorecer la capacidad de una persona o cosa para cumplir una función o prestar un servicio, para que sirva para una función que no es la que desempeña habitualmente. De allí que al rehabilitar, se plantea habilitar de nuevo o restituir una función o capacidad previamente establecida. Por ejemplo, rehabilitar un granero que ya no está cumpliendo con su propósito, o poner nuevamente en funcionamiento una tubería, por la cual ya no circula ningún líquido o gas. También se aplica a la capacidad productiva de un recurso natural, como por ejemplo la rehabilitación de los suelos, tras un uso agrícola intensivo.
Restaurar. Se plantea volver a poner algo en el estado o estimación que antes tenía. La restauración se logra sin modificar el diseño, propiedades o funcionalidad del artículo, herramienta, instrumento, recurso o producto. La restauración suele utilizarse para destacar los arreglos que se hacen en obras de arte, edificios u otra cosa. También se aplica a la restauración ecológica que contempla la intervención directa sobre la estructura y características de ecosistemas degradados, con el fin de garantizar su recuperación, estructura y funcionalidad, buscando lograr las condiciones originales antes de su intervención.
Reciclar. Comprende el proceso de recolección y transformación de materiales, productos o subproductos considerados como residuos o desechos de alguna actividad, para convertirlos en nuevos materiales o productos, por medio de tratamientos físicos, mecánicos, térmicos, químicos o de otro tipo. A través del reciclaje se disminuye el desuso de materiales potencialmente útiles, se reduce el consumo de nueva materia prima y el uso de agua y energía. Hoy en día, la mayoría de los residuos se pueden reciclar, pero todo dependerá de la tecnología disponible para ello.
Reconocer. El reconocimiento a las buenas prácticas ambientales constituye un mecanismo muy eficiente para estimular la sustentabilidad. Las personas, organizaciones y comunidades que son reconocidas por su compromiso ambiental, refuerzan su propia confianza y mantienen sus actitudes y aptitudes amigables con el ambiente. Los reconocimientos pueden ser de distinta índole, desde la buena referencia individual de un producto o servicio, hasta una certificación independiente tipo ecoetiquetas. Los reconocimientos son importantes en el capital reputacional empresarial.
Recompensar. La recompensa suele ser un estimulo o incentivo, ofrecido u otorgado ante la realización de una determinada tarea, actividad o proyecto. Usualmente está asociado al reconocimiento, aunque este no siempre cuente con una recompensa. Ejemplo de esto lo encontramos en los incentivos fiscales otorgados a los vehículos eléctricos o a las deducciones fiscales por inversiones ambientales. También incluye los premios y demás reconocimientos públicos y privados que se otorgan a ecologistas, ambientalistas, organizaciones y otros grupos, por sus acciones en favor del medio ambiente.
Regular. Implica ajustar, reglar o poner en orden algo. Dentro de la sustentabilidad, también se vincula a la acción de normar, que persigue un modo establecido o acordado de hacer una cosa, producto o servicio. Regular también puede tratarse de ordenar la gestión de procesos o de suministrar materiales. También contempla el conjunto de leyes, reglas, resoluciones, ordenanzas y cualquier otro instrumento con rango y carácter jurídico, que sean utilizados de forma secuencial y coherente, para ser aplicados en diversas actuaciones legales ambientales.
Reclamar. Comprende la expresión oral o escrita de inconformidad, oposición, molestia, disgusto, discrepancia o incumplimiento de una promesa ambiental. Incluye el manifiesto de protesta o pedimento de rectificación, ante situaciones, productos o servicios que contribuyen al deterioro ambiental, incluyendo la exigencia a empresas, asociaciones y otros grupos de la sociedad, que adoptan o desarrollan prácticas contrarias a los principios de la sustentabilidad. Todos deberíamos ejercer la auditoría social de buenos productos y prácticas ambientales, además de los mecanismos formales de muchos Estados como el Ombudsman o Defensor Ambiental.
Retirar. Apartar o mover del mercado un producto o servicio que es contrario a la conservación, defensa y mejoramiento del ambiente, es clave en la gestión ambiental y el desarrollo sustentable. La decisión de retirar un producto del mercado debe estar sustentado en los estudios técnicos y científicos necesarios, aunque también debe apoyarse en el principio precautorio del derecho ambiental, que recomienda estas acciones cuando se sospeche de su peligrosidad. Un ejemplo de retirar un producto potencialmente peligroso lo podemos ver en el asbesto, amianto o uralita, un material tóxico y peligroso que afecta los pulmones y causa dificultad para respirar, entre otros trastornos a la salud.
3 Rs ya no son suficientes. Es momento de promover enfoques multidisciplinarios y multidimensionales, que nos permitan avanzar con paso firme hacia un desarrollo sustentable de verdad.
Por Diego Díaz Martín, PhD. Biólogo, Master en Gerencia Ambiental y Doctor en Proyectos de Ingeniería. Presidente y Fundador de Vitalis. http://www.linkedin.com/in/ddiazmartin