Cada 22 de abril se celebra el Día Mundial de la Tierra, oportunidad propicia para recordar que tenemos un solo planeta y debemos cuidarlo.
La situación es alarmante. En los últimos 40 años, alrededor de 30% de las regiones naturales del planeta se han venido deteriorando a un ritmo irreversible, período durante el cual se ha incrementado la presión humana sobre los recursos naturales y el ambiente hasta en 50%.
Ello ha traído un aumento desmedido de la contaminación del aire, con la consecuente reducción de la capa de ozono y el incremento de la lluvia ácida, sin mencionar el cambio climático tan conocido por todos. El problema es tan grave, que las emisiones globales de dióxido de carbono sumaron a fines de 2015 alrededor de 32 millones de toneladas, doblando la cantidad que se registró en 1950. Ello ha traído consecuencias insospechadas para el planeta, como la subida del nivel del mar y la alteración del régimen de sequías e inundaciones, entre otros.
A todo ello debemos agregar el efecto que ha tenido el acelerado crecimiento poblacional, que alcanza a casi 8 mil millones de personas que demandan espacio, comida y energía, con la correspondiente generación de residuos y desechos, incluyendo algunos altamente contaminantes.
El deterioro de la calidad del agua por manejo inadecuado de los desechos, aguas servidas, plaguicidas y fertilizantes, es otro tema que preocupa en el planeta, así como su acceso, pues aún persisten más de 4 mil millones de seres humanos sin agua potable.
A lo anterior se suma la contaminación de los suelos, debido a la liberación de toneladas de plaguicidas, residuos tóxicos y desechos petroleros y mineros, entre cientos de sustancias químicas. Ello no solo afecta a miles de especies, sino compromete la producción de alimentos.
En materia de biodiversidad, en cada segundo, media hectárea de bosques es destruida, lo que conlleva a que 170 mil kilómetros cuadrados de bosques desaparezcan anualmente. Adicionalmente, alrededor de 25 mil especies de animales y plantas se encuentran amenazadas de extinción, y el tráfico de especies se ha convertido en el tercer negocio más lucrativo del mundo, acabando con miles de especies animales y vegetales.
La situación del planeta es alarmante, pues además de las presiones humanas, los acuerdos internacionales se irrespetan.
La Tierra celebra su día mundial débil y enferma. Es hora de hacer todo lo necesario para sanarla.